El dato...
Uno de cada tres jóvenes españoles de entre 15 y 24 años dejaron sus estudios antes de acabar la enseñanza secundaria, frente a la media europea, que habla de uno de cada cinco, de acuerdo con un estudio de la iniciativaEducación para Todos de la Unesco, que recoge el progreso de los objetivos educativos fijados en Dakar en 2010 y cuya fecha tope de cumplimiento se ha establecido en 2015.
Esta cifra es cuanto menos preocupante, y más en un entorno en el que el paro juvenil supera el 50%. Si en el post anterior Cinco claves para conectar con sus alumnos online, comentábamos cómo conseguir enganchar a los alumnos, en éste el propósito es analizar qué causa el abandono en las distintas etapas formativas.
Los detalles...
El abandono escolar tiene efectos múltiples. En primer lugar, como explicábamos anteriormente, para los propios alumnos, que ven como sus posibilidades de desarrollo profesional se reducen e incluso estancan. Pero también para la sociedad en general, ya que contar con una población formada aumenta la competitividad del país frente a un mercado global. Y, por último, para los propios centros formativos que ven su reputación mermada y sus ingresos reducidos.
Pero, ¿qué echan en falta los alumnos en los centros educativos? ¿Por qué se aburren o desmotivan y terminan dejando sus estudios?
En primer lugar, se encuentra el propio sistema educativo, la desigualdad de conocimientos y habilidades hace que muchos de los alumnos encuentren frustrante algunas de las asignaturas, mientras que el otro, si no encuentran retos y alicientes en el programa formativo, se aburrirán. Para paliar esta situaciones, es necesario que los centros de educación cuenten con tutores y mentores que guíen a los alumnos en su desarrollo académico.
En este mismo sentido, la falta de vinculación y conocimiento personal de los alumnos, de sus perfiles y de sus intereses, hace que en muchos casos las propuestas que se les realizan, tanto de actividades extracurriculares, como de profundización en la materia no consigan despertar su interés, sino todo lo contrario.
Por otra parte, las expectativas previas generadas en el alumno, tanto de esfuerzo esperado como de las probabilidades de éxito (ya sea durante el propio desarrollo del curso como posteriormente) pueden mermar la autoconfianza del estudiante, si el servicio que está recibiendo no se adecua a su perfil, capacidades o habilidades. De nuevo, el conocimiento y la sinceridad durante el proceso previo a la matriculación son imprescindible para asegurar que el alumno se sienta cómodo y seguro durante el desarrollo del programa en cuestión.
Para evitar que se dé este sentimiento entre los estudiantes, es necesario retroalimentarle periódicamente. En muchos centros educativos, hasta el final del curso o programa que se esté cursando, el alumno no recibe ninguna clase de retroalimentación sobre su evolución, y por lo tanto, el desconocimiento puede desmotivar o generar sensaciones de éxito falsas.
Y entonces...
La comunicación con los actuales alumnos y potenciales alumnos, así como el conocimiento de sus perfiles y sus intereses son necesarios para poder conseguir motivarlos en su desarrollo académico. Y hoy en día, gracias al avance de las tecnologías de la información y la comunicación, conseguir esta información y mantener un contacto continuo con los alumnos es posible. No basta con captar un alumno, una tarea ardua hoy en día, sino que también se hace necesario retenerle, y no sólo para futuros cursos o programas, sino para evitar que abandone a mitad del desarrollo académico actual. Y no sólo porque la viabilidad financiera y la marca del centro esté en juego, también lo está el futuro de la sociedad.
Referencias:
[1]Drive: The Surprising Truth About What Motivates Us. Edward Deci and Richard Ryan. University of Rochester.
[2]The Positive Impact of Creative Activity: Effects of Creative Task Engagement and Motivational Focus on College Students' Learning, Conti, R., T. M. Amabile, and S. Pollack. Harvard Business School