El dato...
La tecnología está presente en todos los ámbitos de nuestras vida. Ha facilitado el desarrollo de las comunicaciones y ha revolucionado sectores, como es el de la educación. Sin embargo, para muchos de los estudiantes, sus dispositivos o gadget forman simplemente parte de su tiempo de ocio. Y para muestra unos datos concretos, los universitarios, según un estudio de laUniversidad de Huelva, se encuentran enganchados entre cuatro y cinco horas semanales a sus videoconsolas; y en España, el acceso internet a través de lossmartphonesya supera al acceso a través de ordenadores portátiles y de sobremesa.
En este contexto, muchos profesores encuentran complicado mantener el interés y la concentración de sus alumnos durante sus clases. La prohibición del uso de los móviles en las aulas, por ejemplo, es una norma que rara vez cumplen, y no hace sino aumentar su “ansiedad” por mandar unWhatsAppa sus compañeros y amigos, portwittearo por compartir enFacebookoTuentisu última ocurrencia.
Los detalles...
Viendo que el rechazo de la tecnología por parte de los docentes pocas veces consigue su objetivo, el primer paso es aceptarla dentro del aula, y en segundo lugar, sacar provecho de sus ventajas. Los profesores que se adaptan a las necesidades de sus alumnos son los que tienen más éxito en sus clases, por lo menos en cuanto a mantener la atención de los alumnos.
En este sentido, por ejemplo, si un profesor se encuentra con que sus alumnos están perdiendo interés por una lectura o un tema concreto que estén tratando, puede pedir a los alumnos que lo reescriban como si fuera una conversación de WhatsApp o como lo contarían en sus muros de Facebook o Tuenti.
Pero además, y si aún no se ha introducido como tal la tecnología en el aula, puede intentar incluirla en algún sentido en el modelo de enseñanza que utilice el profesor. En este sentido, y como ya hemos comentado en otros post como Herramientas web 2.0 para involucrar a los alumnos, la tecnología y las herramientas que se utilicen tienen que ser las adecuadas para el nivel de sus alumnos y las disponibilidades técnicas. De esta manera, se consigue involucrar a los alumnos en su propios aprendizaje, y si el estudiante está ocupado aprendiendo a través de la tecnología, no utilizará sus dispositivos con otro fin que no sea el de aprender.
Y, una consideración que siempre se tiene que tener en cuenta, al igual que ya hemos comentado que la prohibición no sirve de nada, tampoco la tecnología es una excusa para explicar la falta de atención del alumno a lo largo de las clases. Cualquier lección en la que se pida la participación de los estudiantes y se centre en él tendrá más posibilidades de llamar su atención y despertar su interés.
Y entonces...
Los dispositivos tecnológicos de hoy en día suponen una tentación para los alumnos. Sin embargo, no tienen porqué convertirse en el enemigo de un profesor a la hora de mantener la atención de sus estudiantes en su desarrollo formativo. Como ya hemos comentado en numerosas ocasiones, las nuevas herramientas que están a nuestra disposición puede ayudar a involucrar a los alumnos y a conectar con ellos tanto dentro como fuera del aula, pero también pueden servir a los docentes para retener su atención. Muchos profesores aún no lo han probado, y sin saber cómo funcionan y sus ventajas, no es posible juzgar.